La nariz electrónica, patentada por un grupo de informáticos de la Universidad de Málaga, pretende beneficiar sobre todo a personas mayores que tienen movilidad reducida o el olfato poco desarrollado.
El robot "Rhodon", dispone de un software que crea mapas de reconocimiento de olores, en el que señala con un código de colores los puntos en que ha localizado la concentración más elevada de gases.
De este modo, si salta la alarma de una cocina o se produce una fuga, el autómata inspecciona el habitáculo e indica en qué áreas concretas los ha detectado y dónde se encuentra la fuente emisora.
Este artilugio mecánico permanece conectado a un pequeño ordenador, que controla todo el proceso y se encarga de manejar los sensores, además de posibilitar la interacción con el usuario, que dictará las órdenes.
La nariz que han diseñado los informáticos, alimentada por un sistema neumático que aspira aire, se compone de cuatro cámaras olfativas idénticas, de las cuales solo una funciona constantemente. El trabajo es similar al de una nariz de un sabueso, ya que la del hombre no puede detectar diferentes olores simultaneamente.
También cuenta con un sistema de detección de obstáculos con tecnología láser, lo que, unido a una cámara visual que los expertos incorporarán al autómata, combinará el reconocimiento de objetos con la detección de gases, de forma que sea capaz de distinguir entre una taza de café o un vaso de agua.
Se trata de que estas máquinas puedan completar la información de la que dispone una persona, por lo que, a juicio de los expertos, una salida inmediata puede ser que el robot tenga un uso doméstico.
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